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Se elabora en todos los obradores de pastelería de Bidasoaldea y también, desde época mas reciente, en pastelerías de Errentería y Donosti en fechas próximas a San Marcos (25-04)
Se trata de una costumbre multisecular de la zona, que parece nacer de la costumbre de bendecir los campos ese día y hacer un hameiketako con panecillos que se horneaban con un par de huevos. Sin saberse precisar la fecha, las madrinas se obligaron a obsequiar a sus ahijados con una opilla el día de San Marcos. El Diccionario de López Mendizábal dice que «opil» es sinónimo de: panecillo, bollo o torta de maíz. Eso era lo que ofrecían las madrinas en el siglo XIX, un pan mejorado con mantequilla y azúcar que, rematado por un huevo, se horneaba. Esta tarta seca se convirtió, a mediados del siglo pasado, en un bizcocho, primero de harina de trigo, y más tarde se mejoró con almendra molida. Se fue adquiriendo la costumbre de colocar en la superficie tantos huevos, como años tenía el ahijado. La obligación caducaba con el matrimonio de éste/a. Se han llegado a preparar opillas de hasta 25 huevos.
El día del Santo se llevan las opillas a bendecir a la iglesia y, como quiera que en la zona no es día lectivo, se acostumbra comerlas, por la tarde en una romería.
Se elabora en todos los obradores de pastelería de Bidasoaldea y también, desde época mas reciente, en pastelerías de Errentería y Donosti en fechas próximas a San Marcos (25-04)
Se trata de un bizcocho, de base circular, adornado con yemas y confites, que en su parte superior lleva huevos duros con la cascara coloreada de rojo. Su elaboración comienza por mezclar mantequilla con azúcar. Añadir la ralladura de un limón, almendra molida, una cucharilla de levadura y sal, mezclar sin revolver demasiado. Incorporar, uno a uno los huevos por separado acompañados harina dividida en tres porciones. Amasar. Dejar reposar. Meter la masa en un molde circular y hornear. Sacar del molde adornar con yemas y confites. Terminar colocando sobre la superficie el número deseado de huevos colorados.
Libro Cinco docenas de pasteles. Autor: Juan José Lapitz (†)
Fotografías: Ritxar Tolosa, Martín fotógrafos - Tolosa y varios.
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